sábado, 4 de agosto de 2012

¿Qué es la Historia?

A veces nos sentamos a contemplar cómo pasa la historia por nuestras ventanas. Otras veces ni nos damos cuenta que estamos en medio de ella. Incluso, son algunos tan minúsculos frente a su acérrimo espíritu que llegan hasta a negarla y pretenden poner sus pies en el futuro sin transitar por ella.
La historia es un todo indivisible, es una apuesta arquitectónica por la sabiduría, como muy bien lo comprendieron los Mayas, para quienes no existe el tiempo lineal (pasado, presente, futuro), sino la historia como un todo.

Entonces nos preguntamos, ¿Qué significa hacer la Historia? ¿Significará levantarme todos los días para ir a mi empleo? ¿Implicará leerme unos cuantos libros sobre la vida de Bolívar, Miranda o Zapata? ¿Será el aprenderse tres o cuatros poesías de los grandes clásicos latinoamericanos? ¿Se tratará entonces, de amarrarnos al pasado y pretender que todo sea como antes? O en definitivas, ¿hacerla significa anquilosarnos entre nuestros recuerdos para salvarnos?

Déjenme decirles Señoras y Señores que ese si es un cuento chino - mejor dicho y  para no ofender a tan majestuosa cultura milenaria y llamar a las cosas por su nombre, -¡Eso sí que es una película de Hollywood, pura ficción! 

La historia implica vivir y para hacerlo es inaplazable para todas y todos interiorizar lo indivisible y únicos que somos al pasar por la Pachamama. Lo sustancial que es apropiarnos de nuestros pensamientos  y transformarlos en acciones a partir de nuestros haceres. En dónde lo humanamente innegociable signifique saber-hacer como unidad inquebrantable; lo cual va desde hacer las arepas y no sólo esperar a que nos las sirvan en la mesa, hasta impulsar la consolidación de los autogobiernos colectivos y comunales.

Hacer historia en términos poéticos y humanos implica lo intrasgredible e indiscutible que es amar y no esperar a ser amados. 

La historia significa serla en esencia y para ello debemos romper con el mito de su linealidad, que busca profanar su sustancia y convertirla en otro instrumento del capital. El mismo, lo único que concibe es la mercantilización de nuestro ser y hacer al convertirnos en escorias de consumo y competencia. Otorgándole valores de cambio inclusive a nuestros pensamientos, haciéndonos creer que la historia es pasado y que lo que importa es el futuro. Cuando la misma es un todo indivisible que nos orienta en el tiempo para que reconozcamos sí efectivamente estamos viviendo o tan sólo consumiendo.

De eso sencillamente se trata, eso que llaman por ahí, ser Sujeto Histórico de Cambio, y quienes pretendemos vivir, lo hacemos desde la incansable lucha por no perdernos entre miles y miles de distractores que buscar aminorar nuestra verdadera esencia; el hacernos día a día más humanos y no máquinas manipulables para el consumo. 

Entonces: ¿Qué es lo imperativo frente a la historia? Es sencillo, se trata es de hacerla, no de leerla ni de verla y mucho menos de vivir de ella, sino a través de ella. Y en el caso venezolano, implicarnos en el proceso revolucionario no es más que un espacio para hacerla y vivir en su grandeza. 

Jessica T.M.




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